25 de junio de 2007

primer jugador: Julieta Z.


De cómo Sherezade me vuelve a salvar la vida.



Ondine, su mensajera.




Sherezade contó más de mil cuentos, me salvó de la muerte más no del amor. Se confundió, lo confundió y me confundió, haciéndome creer en la posibilidad de un final feliz, de un amor que por el contexto parece no poder ser. Ondine cambia de nombre, incluso de personalidad, pero siempre sale a trotar o a montar bicicleta. Escribe de los ecos y de los espacios que a mi me faltan, le da imagen a la ciudad de Bradbury o me contagia de fiebre los sábados, por no decir que me asusta con su peculiar forma de enviarme los mensajes que Sherezade no ha podido, o por no querer tomarse el café sin leche. A veces sin intentar ser, termina de explicar que es sentirse siendo alguien, más allá de ser ese nombre, esa fantástica interpretación o esa irreversible manera de sentirse inocua en lo cotidiano. Su Sherezade contemporánea quiere vengarse de un crimen y termina amando tormentosamente sin ser, mi sherezade aún no la encuentro por fuera, quizá porque ya me ha atrapado. Sólo quiero contar historias para salvarme de la muerte y para que me atrape el amor.
*foto flickr.miroir calamity+++

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Prefiero decir Contar historias, prefiero pensar que sherezando es una palabra tan horrible que la misma Sherezada sería la primera en decir No, mejor hablamos más tarde, si cualquier cosa yo no estoy allá, y si: tal vez ésa se parezca pero no crea, no soy yo, entonces así quedamos,sin quedar en ningún lugar, sin volver a hablar y si nos encontramos en un sueño o cerca de una película por casualidad, por casualidad miremos arriba y caminemos derecho buscando un planeta, ¿por qué no Marte?.

Debemos contar historias, decía Rille, solo si no podemos vivir sin ellas. Yo recuerdo ahora una deidad hindú que mientras la deidad principal vive el hace de amanuense y escriba, se desdobla para copiar lo que el otro vive y hace, para escribir lo que el otro piensa y siente. Esta es una verdad Caro, somos Jekyll y Hyde escondidos, quien vive y actua y quien recuerda y sueña. Es inútil pensar quién hace la historia, los personajes y autor se confunden como el agua en el agua y ambos quedan vestidos sin saber en puntos y comas, en consonantes y vocales. Llenos de tinta, llenos de recuerdos y recuerdos; listos para terminar.

Ana Bradbury dijo...

Pues la ventaja de sherezando es que son historias que permiten a Jekyll y Hyde vivir al tiempo, hablar al tiempo y discutir con sangre al tiempo. A Sherezade nadie la obligó a contar historias, fue su propia y absoluta voluntad, o al menos así lo dice la leyenda. Y si vivimos y soñamos al tiempo, o no sabemos cuando ocurre cual, pues porque no dejar un testimonio?